14 febrero 2025
El diagnóstico de cáncer en la infancia afecta tanto al entorno familiar como escolar. El colegio puede ser un espacio clave para su bienestar emocional y académico. Desde la Fundación MÁS QUE IDEAS, compartimos algunos consejos para ofrecer un acompañamiento respetuoso y empático.
Comunícalo a sus compañeros y compañeras
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Explicar la situación al grupo ayudará a normalizar lo ocurrido y evitar malentendidos sobre su ausencia. Es importante elegir un buen momento para hacerlo.
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Explica la situación de manera sencilla y acorde a la edad del grupo.
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Usa términos como cáncer, leucemia o linfoma según el diagnóstico.
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Refuerza la importancia de tratarle con empatía.
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Responde a sus preguntas con calma y claridad.
Mantén el contacto durante su ausencia
Es fundamental evitar que el niño o niña con cáncer se sienta aislado cuando no pueda asistir a clases. Algunas ideas para mantener el vínculo son:
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Hacer tarjetas, dibujos o mensajes de ánimo para enviarle al hospital.
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Organizar videollamadas para que pueda saludar a sus amistades.
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Crear un mural colaborativo con mensajes y fotos.
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Grabar vídeos cortos con mensajes de ánimo y muestras de afecto.
Educa a familias y profesionales
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Tanto el equipo docente como las familias del grupo deben recibir información adecuada sobre cómo brindar apoyo.
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Organiza charlas o talleres con profesionales.
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Contacta con alguna asociación que pueda ofrecer orientación.
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Realiza alguna actividad solidaria para sensibilizar a la comunidad escolar.
Prepara su reincorporación y fomenta la inclusión
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Cuando regrese al colegio, es posible que tenga menos energía o cambios físicos. Su vuelta debe ser natural y positiva.
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Adapta las tareas y actividades según sus necesidades.
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Involucra a sus compañeros en proyectos grupales.
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Pregunta cómo se siente y qué necesita en su regreso.
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Evita preguntas invasivas sobre su enfermedad.
Brinda apoyo emocional y acompaña sus miedos y dificultades
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El niño o niña con cáncer puede experimentar diversas emociones ante la vuelta a las clases. El colegio debe ser un espacio seguro donde pueda expresarse de manera natural.
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Escúchale sin interrumpir ni minimizar sus sentimientos.
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Valida sus emociones con comprensión y empatía.
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Ofrece apoyo a través del orientador escolar si lo necesita.