18 de julio de 2025
Artículo escrito por Miranda Ferrando (nutricionista y dietista)
En la vida actual existe un cúmulo de información en todos los ámbitos, hecho que tampoco escapa al sector de la alimentación. Todo el mundo tiene algo que decir al respecto: has de eliminar el pan, ni se te ocurra comer gluten, no puedes comer fruta por la noche… Sin embargo, toda esta cantidad de información plagada de dietas milagro y de superalimentos no es otra cosa sino una fuente de estrés para la persona que, finalmente, acaba siendo contraproducente, generando obsesión e, incluso, llegando a ocasionar trastornos alimentarios, cada vez más frecuentes.
Pero algo tan básico como la alimentación no debería convertirse en una fuente de estrés; de hecho, comer bien no debería ser tan complicado. Parte de este problema surge porque muchas veces pensamos en alimentarnos mejor solo como un medio para perder peso. Sin embargo, seguir una alimentación saludable no se trata de seguir una dieta perfecta en la que todos tus objetivos se cumplen a las dos semanas de realizarla, sino que se trata de construir unos hábitos que sean sostenibles y, sobre todo, que se adapten a ti, a tu estilo de vida y a tus necesidades.
Entonces… ¿por dónde empezamos? En primer lugar, hay que aclarar que esto no va de hacerlo todo perfecto a la primera, sino de avanzar a través de pasos pequeños, pero que sean realistas y constantes. Para poder ayudarte a dar esta serie de pasos, a continuación te muestro una serie de ideas prácticas con el objetivo de lograr unos hábitos alimentarios duraderos.

1. Olvídate de las dietas milagro
Escucho con mucha frecuencia a pacientes decir “mi hermana ha probado la dieta keto y ha perdido 5kg” o “he probado una dieta de adelgazamiento solo con batidos”. Este tipo de dietas milagrosas, que llevan asociada la restricción, puedan dar una sensación de logro de resultados cortoplacistas, pero son dietas que en el medio y largo plazo no funcionan por una simple razón: NO son sostenibles. Una alimentación saludable no puede esclavizarte ni prohibirte comer alimentos, sino que tiene que acompañarte en tu vida diaria.
2. No existe necesidad de hacer cambios radicales
Olvídate de los giros de 180º, no es necesario que cambies todos tus hábitos de la noche a la mañana, pues es a través de pequeños cambios como se consiguen grandes resultados. Pequeñas variaciones de la dieta como beber más agua o incluir más fruta y verdura son pequeños pasos hacia tu objetivo; se trata de sumar y no de restar.
3. Aprende cómo leer el etiquetado
No es necesario convertirte en experto en química a la hora de entender la composición nutricional de los alimentos de tu día a día, pero sí es necesario reconocer cuándo las grandes superficies te están intentando engañar. Los productos “light”, “fit” o “sin azúcares añadidos” no siempre son lo que prometen; un yogur “light” o “sin azúcar” no es tan sano como pueda parecer si está plagado de jarabe de glucosa, polialcoholes o maltodextrina.
4. Permítete caprichos
Una alimentación saludable no es una cárcel. Puedes comer chocolate, una pizza o unas patatas fritas de vez en cuando, y seguir cuidándote. El equilibrio no se mide por un día suelto, sino por lo que haces la mayoría del tiempo. Disfrutar también forma parte de estar sano.
5. Escucha a tu cuerpo
Quizá este punto pueda parecer una obviedad, pero en numerosas ocasiones comemos como consecuencia del estrés, el aburrimiento o, simplemente, la costumbre y no por una verdadera sensación de hambre real. En este sentido, se ha de aprender a distinguir el hambre física (real) del hambre emocional. Una buena forma para empezar a llevar a cabo este proceso es preguntarte: ¿Puedo esperar unos minutos más hasta comer? ¿Me apetece comer cualquier cosa o solo chocolate y bollería?.
En definitiva, comer bien no ha de entenderse como un sacrificio, sino como una rutina que te ha de acompañar en tu vida. No necesites cambiar todo de golpe para mañana, solo empezar con cambios sencillos: unos pasos diarios más, añadir un poco de verdura a tus comidas… y sin darte cuenta estarás comenzando a llevar una alimentación saludable.

Miranda Ferrando, nutricionista

 

Este artículo para el blog de la Fundación MÁS QUE IDEAS ha sido escrito por Miranda Ferrando, nutricionista y dietista.
Forma parte del personal sanitario del Hospital de la Ribera

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